jueves, 3 de mayo de 2012

Francia y Europa: ¿hasta dónde puede llegar la extrema derecha?

La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia han supuesto un punto de inflexión en Europa, muchos países europeos han mostrado su preocupación después de los resultados de éstas elecciones. No me refiero a la victoria de Hollande, el cambio entre izquierda y derecha en el poder es algo normal, unas veces gana la derecha, y otras veces la izquierda. Si la victoria de Hollande se confirma en la segunda vuelta, supondrá un cambio para Francia y Europa, nos puede gustar más, o menos, pero, seamos sinceros, los dos principales partidos de un país (normalmente uno de derechas y otro de izquierdas), no son un peligro para la democracia, ni para el sistema, ni para Europa. Es más, los dos países que históricamente han tenido un sistema bipartidista (Reino Unido y Estados Unidos), tienen una estabilidad democrática muy elevada. ¿Qué es lo que preocupa? Los partidos extremistas, ya sean de extrema izquierda o extrema derecha, normalmente, son antidemocráticos y antisistema. A estas dos cosas, se les une de que la mayoría de los partidos extremistas también son euroescépticos y creo que esta es la característica que preocupa a Europa.

En épocas de crisis, es inevitable que una parte del electorado se sienta tentado de votar a opciones extremistas. Es fácil decir que la culpa de la crisis la tiene el sistema, la inmigración o la Unión Europea. Que las crisis las forma el propio sistema económico y/o político está claro (suele tener más influencia el sistema económico). Normalmente, las crisis económicas se suelen resolver con una reforma del sistema, ya sea tomando medidas keynesianas o medidas neoliberales. Pero los partidos extremistas, alegando los problemas del sistema (que los hay), adoptan un discurso populista muy atractivo para el electorado, pero que, recordando lo sucedido en el siglo XX, puede ser fatal. Me estoy referiendo a la Alemania de principios de los años 30, donde una crisis brutal, hizo que el partido nazi aumentara tanto su poder, que Hitler consiguió el poder, y ya todos sabemos sus consecuencias. La otra alternativa era la URSS. La otra, era el estado de bienestar que estaba emergiendo. Ahora que ya sabemos la historia de cada una de las alternativas, ¡¡elijan ustedes!!

La pregunta que se hace uno es: si la extrema derecha alcanza el poder, ¿cómo se comportaría? Me cuesta imaginar de que acaben con el sistema democrático, la democracia está muy arraigada en la sociedad europea y la mayoría de países ya saben lo que es vivir en una dictadura, por lo tanto, se supone que la gente que vote a estos partidos, no piensa en que este partido acabe con la democracia (esto no se pensaba ni con el partido nazi de Hitler). En Holanda es donde la extrema derecha ha tenido más poder, ya que la coalición entre liberales de derechas y democristianos, tuvieron que buscar como socio a la extrema derecha, ésta rechazó los ajustes presupuestarios, obligando a que se celebren elecciones anticipadas. Pero la ola de la extrema derecha se extiende por toda Europa: en Austria, el Partido de la Libertad de Austria, fue la segunda fuerza más votada en las elecciones municipales de 2010; en Suiza, la Unión Democrática (partido entre la derecha y extrema derecha) es la primera fuerza política, aunque ha obtenido un porcentaje similar de votos desde 1999, por lo tanto, se podría decir que no es un peligro; en Finlandia, los Verdaderos Finlandeses han conseguido ser tercera fuerza; en Hungría, también consiguieron ser el tercer partido más votado; en Dinamarca y Suecia, la extrema derecha tiene más fuerza que nunca; la puntilla final de la extrema derecha se produjo en las elecciones presidenciales francesas, que merece un apartado especial.

El fenómeno Le Pen

Marine Le Pen ha conseguido el mejor resultado de la historia para la extrema derecha en Francia: el Frente Nacional consiguió el 17,90% de los votos, superando la marca de su padre, Jean-Marie Le Pen, que consiguió pasar a la segunda vuelta con el 16,86% de los votos en las elecciones presidenciales de 2002. El Frente Nacional ha conseguido ser tercera fuerza con un discurso xenófobo, ultranacionalista y antieuropeo, entre sus propuestas estarían la salida del euro de Francia para recuperar la soberanía nacional, de este modo, volverían a la libertad económica y dejarían la dictadura europea. Le Pen se ha convertido en la favorita de los jóvenes, porque según ella, es la candidata antisistema. También ha conseguido un gran apoyo por parte de obreros cualificados y mujeres con trabajo. En los años 90, la zona del mediterráneo era donde el Frente Nacional había obtenido más votos, esto puede explicarse debido a la importante población magrebí, ahora, recibe mucho apoyo en el nordeste del país. Además, Le Pen ha maquillado el discurso de su padre respecto a la inmigración, ya que ahora no pide la eliminación directa de las mezquitas, sino que no se rece en la calle y que el estado ha de distinguir entre religiones. Le Pen se ha convertido en una figura de libertad e igualdad para algunos franceses y ha conseguido que su condición femenina gane un voto casi desconocido por el Frente Nacional: el de las mujeres.
Le Pen ya ha dicho que votará en blanco en la segunda vuelta, por lo tanto, da libertad de voto a sus electores. Mientras tanto, los dos candidatos que pueden llegar a la presidencia, Hollande y Sarkozy, luchan por conseguir el voto de la extrema derecha, aunque se supone que Hollande, al tener el apoyo de la extrema izquierda y los verdes, con conseguir el voto centrista, ya le sería suficiente para ganar.

¿Tiene límite la extrema derecha?

Como ya he dicho antes, en momentos de crisis es más fácil que los extremos políticos consigan un mayor apoyo que no en situaciones estables, por lo tanto, la extrema derecha si que tendría un límite, ya que al finalizar la crisis, tendría que ver reducido su apoyo popular. El auge de la extrema derecha podría llegar en las legislativas francesas del mes que viene, aunque si la crisis no mejora, es probable que en las elecciones europeas de 2014 tenga un apoyo bastante superior al actual. Si ya en algunos países es la tercera fuerza, ¿qué hace pensar que no lo sea en las elecciones europeas? Por suerte, todavía quedan 2 años hasta estas elecciones y sólo hay una salida para que los extremos no avancen: salir de la crisis. Si esto no se consigue, habrá que confiar en que la extrema derecha no esté a la altura de las expectativas de sus votantes.