lunes, 24 de marzo de 2014

La figura de Suárez

Ayer nos dejó Adolfo Suárez, el presidente que lideró la transición hacia la democracia. Estos días hemos podido ver como el ex presidente recibía alabanzas y elogios de parte de todos los políticos y de todos los medios de comunicación. Todos le tenían un gran afecto a la figura que representa Adolfo Suárez, aunque no siempre fue así. Ya se han escrito muchos artículos sobre Suárez, pero aún así, espero que les parezca interesante.

Cuando Suárez fue nombrado presidente, era un político poco conocido por la prensa, "El error Suárez" lo llamaban algunos. Los favoritos para ocupar el puesto de Arias Navarro eran Fraga y Areilza, aunque ninguno de los dos estuvo en la 'terna' final, una votación que hicieron las Cortes franquistas para escoger al próximo presidente del Gobierno. Junto a Suárez, habían sido elegidos Federico Silva Muñoz y Gregorio López Bravo, pero el Rey apostó por Suárez porque se conocían desde hace tiempo y confiaba en él. A partir de este momento pasó a ser el protagonista principal de la transición, con su Ley para la Reforma Política (escrita por Torcuato Fernández Miranda) y su posterior aprobación en referéndum. Suárez tomó entonces las riendas de la transición y dejó al rey en un segundo plano.

Uno de los momentos claves de la transición fue la legalización del Partido Comunista. Suárez tenía claro que para conseguir credibilidad a nivel internacional el partido comunista se tenía que legalizar, y por eso empezó a tener contacto con Carrillo a finales del 76. Las buenas relaciones entre los dos hizo más fácil el proceso, ya que Carrillo aceptó las condiciones de Suárez para que su partido pudiera ser legalizado (aceptar la monarquía, la bandera y la unidad de España). Sin embargo, la legalización del partido comunista causó un gran malestar entre los militares y la forma de hacerlo tampoco gustaba al rey ni a Torcuato, que sentían que la legalización se hizo de forma muy rápida. Suárez se la jugó y fue hasta el final con el único objetivo de establecer un sistema democrático, y ese sistema solo era posible legalizando al partido comunista.

Suárez también entendió que Cataluña y el País Vasco eran dos comunidades donde existía un cierto nacionalismo periférico, con lo que llamó a Tarradellas para restablecer la Generalitat de Catalunya. De cara al público parecía que Tarradellas y Suárez se llevaban muy bien, pero en la reunión privada que tuvieron, Tarradellas le llamó a Suárez "niñato centralista" y éste le contestaba con un "viejo gagá". Adolfo Suárez no deseaba las autonomías, pero entendió que era lo mejor para España y la única manera de seguir juntos era reconocer las particularidades de Cataluña y del País Vasco.

Como líder de la UCD, ganó las elecciones de 1977 y 1979, y por medio, el pueblo español ratificó la Constitución, con lo que la democracia ya parecía consolidada. Justo después de las elecciones de 1979, el consenso terminó y empezaron las disputas entre los diferentes partidos, como ocurre en todas las democracias. Suárez no se sentía cómodo en este terreno, ya que él no era un hombre de partido, y lo demostró con los errores que cometió en la UCD, donde perdió el control del partido por no ejercer como líder y todos los barones de UCD querían quitarle el puesto. 

A finales de 1980, Suárez vio que perdió todo apoyo que había tenido antes. Él percibía que el rey ya no confiaba en él, los banqueros y los grandes empresarios lo veían como un "rojo" que en el día menos pensado podía nacionalizar la banca, todos los medios de comunicación estaban en su contra y el PSOE hacía una campaña de "acoso y derribo"contra Suárez. Todo esto le empujó a dimitir a finales de enero de 1981, con el único objetivo de que la democracia fuera otro "paréntesis en la historia de España", ya que notaba que era el principal problema de la democracia y pensando que con su dimisión, los rumores de golpe de estado jamás se cumplirían. Sin embargo, el intento de golpe de estado se realizó el 23 de febrero de 1981 y fue el único diputado (junto a Carrillo) que permaneció en su asiento cuando Tejero disparó al techo del Congreso. 

Con la desintegración de la UCD, probó suerte con su nuevo partido, el CDS para volver a gobernar España, pero los resultados no fueron los esperados. El CDS consiguió solo 2 diputados en las elecciones de 1982 y, aunque tuvo un pequeño auge en las siguientes elecciones de 1986, y municipales de 1987, Suárez demostró otra vez que no era un hombre de partido y no pudo evitar los nefastos resultados de las municipales de 1991, donde a raíz de éstos, presentó su dimisión.

La historia de Suárez es la historia de un hombre solitario, cuando en un momento determinado consiguió su deseo de ser presidente del gobierno y establecer un sistema democrático en España, pero le duró muy pocos años, ya que después perdió la confianza de muchos y en su propio partido estaban sus peores enemigos. El PSOE hizo una campaña muy dura contra su persona y llegó al punto de no tener el apoyo de nadie, por eso dimitió. Su nueva experiencia política en el CDS (su verdadero partido) fue corta y sin éxito. La verdadera esencia de Suárez fue su capacidad de diálogo y lograr consensos para establecer la democracia, y que ésta fuera apoyada por todos.